Fertilizante son sustancias naturales o sintéticas añadidas al suelo o las plantas para proporcionarles nutrientes. El uso de fertilizantes es una práctica común que mejora la calidad del suelo.
FERTILIZANTES ORGANICOS: se derivan de materiales vegetales o animales, se obtienen por la transformación en abono. Si han sido tratados de manera convenientes pueden proporcionar muchas ventajas a la salud pública, de otro modo, constituirá una fuente de contaminación bacteriana.
Los abonos orgánicos deben cumplir con lo establecido en las normativas nacionales y deben haber pasado por un tratamiento que elimine los posibles peligros biológicos presentes, y ser constantemente monitoreados, por que estos pueden ser patógenos.
El uso de estiércol animal no tratado (sin proceso de transformación en abono) en la producción da lugar a un riesgo mayor de contaminación que el uso de estiércol tratado y, por lo tanto, NO está recomendado. En este caso, deberá ser añadido a la tierra durante la preparación del suelo y antes de la siembra. Los microorganismos en el suelo pueden reducir el número de organismos patógenos en el estiércol. No obstante, el tiempo transcurrido es un factor importante. El estiércol ha de ser incorporado al suelo y la tierra removida de manera periódica para facilitar la reducción de patógenos. Es necesario dejar pasar el máximo de tiempo entre la aplicación del estiércol y la siembra.
FERTILIZANTES INORGANICOS: Los fertilizantes inoproductos en sí mismos generalmente no son una causa de contaminación microbiana, es preciso tener cuidado de asegurar que la contaminación no se introduce a través del uso de agua contaminada para mezclar los productos o del uso de equipos que no hayan sido limpiados antes de la aplicación.
Es importante tener en cuenta instrucciones para el uso de agroquímicos como leer las etiquetas, aplicar en tiempos oportunos, respetar las dosis según las recomendaciones, realizar mantenimiento periódicamente, lavar el cuerpo, ropa y maquinaria después de cada aplicación etc.
El control biológico involucra todas aquellas prácticas tendientes a disminuir la incidencia de enfermedades y plagas y se presenta como una alternativa eficaz, esperanzadora y libre de riesgo frente a los numerosos y crecientes problemas derivados del uso de los productos químicos biocidas (excluye el control químico). En la naturaleza existe una interacción continua entre los potenciales patógenos y sus enemigos naturales, antagonistas o competidor u otras entidades bióticas (capaces de replicarse o reproducirse) de forma tal que estos últimos contribuyen a que no haya enfermedad y plagas en la mayoría de los casos.
Es decir, el control biológico consiste en la aplicación de técnicas compatibles con la conservación del Medio Ambiente mediante el uso de los enemigos naturales y antagonistas de las plagas y enfermedades que actuando de un modo natural, controlan el nivel poblacional de las especies plaga sin ocasionar problemas de contaminación ni de residuos.
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